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Qué es el conflicto y cómo usarlo en un relato

Si has pasado por alguna de mis entradas sobre como crear personajes, estructurar una novela, o cualquiera que cubra las bases de la escritura creativa, ya sabrás de qué va esta entrada. Al fin y al cabo, con esto del conflicto soy como un disco rallado.

El conflicto es uno de los elementos más importantes de cualquier historia. El hecho es que, si no hay conflicto, o este no es interesante, tu lector se aburre y devuelve el libro a la estantería. Que para leer cosas aburridas, ya está la universidad.

Así que pongámosle remedio.

¿Qué es el conflicto dramático?

Puede haber historias en las que no pase nada. Todos conocemos a alguien a quien le encanta hablar. Y, a veces, escuchamos sus historias por no hacerle el feo. Pero no son interesantes, ni divertidas y, cuando termina de contarlas, a veces tenemos  que reprimir la tentación de decir «¿y qué?».

Responder esta pregunta, es la clave para que tu cuento, relato o novela sean completos. Porque cualquier cosa puede ser una historia, pero eso no significa que sea interesante.

Para que una historia sea interesante, tiene que haber algo fuera de lo común. Y aquí da igual que escribas cuento, novela o kishōtenketsu. Sin esto, no hay historia.

El conflicto, es la herramientas principal que los escritores utilizamos para obligar a nuestros personajes a hacer cosas. ¿Por qué? Porque no actuar tiene consecuencias.

En esta entrada distingo dos tipos de conflictos: el externo y el interno, aunque también existen otras divisiones, como la que propone Ana M. Vargas en su blog sobre escritura de guion.

El conflicto externo

El conflicto externo hace referencia a todas aquellas cosas que se oponen al objetivo de nuestro protagonista, pero que no forman parte de su personalidad. Cualquier defecto o trauma de un personaje, de este modo, iría al cajón del conflicto interno.

El conflicto externo es la principal herramienta que tiene un escritor para forzar a sus personajes a actuar.

Conflicto global: el protagonista contra la sociedad

Este sería un primer tipo de conflicto, en el que nuestro personaje se ve sometido a la presión de una sociedad en su conjunto que le ataca, considera su enemigo, o le trata de forma injusta. Puede tratarse de la suya propia o de una sociedad diferente y que se percibe como invasora.

En Horizon: Zero Dawn Aloy es considerada una paria para su tribu durante buena parte de la aventura y debe demostrar a sus miembros, incluso después de volver a esta, que es digna de confianza. El conflicto externo, en este caso, es su lucha por poder volver a la sociedad a la que pertenece. Algo similar sucede en Naruto, Death Note, el Clan del Oso Cavernario o la segunda mitad de Crónicas de la Ciudadela: el bestiario de Axlin.

En el segundo ejemplo, tendríamos las historias tradicionales de piratas. Estos personajes son considerados parias por la sociedad, a la que ellos a su vez rechazan. Los piratas se autoproclaman como hombres libres, que se defienden con uñas y dientes del poder creciente del Imperio Británico.

También sería el caso de la resistencia que se organizó en el sur de Francia durante la ocupación nazi o la guerrilla española durante la Guerra de la Independencia.

Conflicto interpersonal: el protagonista contra otro(s) personaje(s)

El conflicto global es utilizado de forma muy habitual en las historias. Es un poder opresivo, que acecha al personaje en todo momento y que lo convierte en un incomprendido. Dado que todos, en algún momento nos hemos sentido así, nos resulta sencillo empatizar con estos personajes.

Sin embargo, rara vez existe un conflicto global en el que no haya personajes concretos que causen dificultades al protagonista. Estos personajes, suelen encarnar estos prejuicios e ideas negativas que asociamos a la sociedad.

En El jorobado de Notre Dame, por ejemplo, los prejuicios contra el pueblo gitano se ven personificados en el cardenal Rollo. Y en Piratas del Caribe, Cutler Beckett y sus rulos de noble inglés representan al Imperio Británico.

En cambio, no es necesario que haya un conflicto global de fondo para que exista un conflicto interpersonal. Aún así, es importantísimo que haya un motivo de peso para provocar este enfrentamiento entre el protagonista y sus enemigos.

Los antagonistas, nexo entre el conflicto externo e interno

También es posible (y habitual) que el antagonista o rival, tenga relación con el conflicto interno. Para crear antagonistas efectivos, podemos partir de alguna de las siguientes premisas:

  • El antagonista posee unos valores e ideales opuestos al del protagonista.
  • El antagonista es un reflejo de cómo será el protagonista, en caso de no superar su conflicto interno. Por ejemplo, un policía joven e idealista en una ciudad sin ley, podría tener por antagonista a un inspector corrupto, que considera que el fin justifica los medios.
  • El antagonista es la representación de un error pasado del protagonista que no ha superado. Su presencia le obliga a hacer frente a su conflicto interno.

En este último ejemplo, es posible que el error no haya sido cometido por el protagonista, sino por su padre, su madre u otro miembro de la familia. Es el caso de Black Panther, el conflicto interno no es tanto un defecto del protagonista, sino la necesidad de que este acepte que su padre no era perfecto.

Si quieres saber más sobre cómo crear personajes, así como los tipos que hay, te recomiendo que visites esta entrada.

El conflicto interno

Si el conflicto externo es una herramienta importantísima para la acción de una historia (qué pasa), el conflicto interno sirve para moldear cómo un personaje afronta este conflicto. Lo más habitual, es que el conflicto externo e interno vayan de la mano y se complementen.

A día de hoy, prácticamente todas las películas, novelas, series de televisión y demás historias que consumimos tienen personajes con conflictos internos definidos. Los personajes perfectos y sin defectos, en cambio, suelen describirse como aburridos y artificiales.

Las debilidades de un personaje lo acercan al lector o la audiencia y nos permiten conectar con ellos, incluso si sus circunstancias son diferentes a las nuestras y el mundo en el que viven fantástico y descabellado.

Como ya he dicho otras veces, conseguir que tu lector se sienta identificado con alguno de los protagonistas de tu historia es el camino más efectivo para atrapar a un lector. Querrá saber qué le pasa a ese personaje, deseará su éxito y cuando lo consiga lo celebrará como propio.

Porque la gente quiere creer que cambiar es posible. Y ver a estos personajes tener éxito, aunque no sean reales, les hace sentir que ellos mismos pueden hacerlo.

Entonces, ¿debo resolver siempre el conflicto interno de un personaje?

No tiene por qué. Que un personaje fracase es una alternativa válida y, de hecho, muy utilizada. Un personaje que tiene éxito y supera su conflicto interno nos hace creer que cambiar es posible. Por otra parte, un personaje que fracasa nos muestra qué no debemos hacer.

Por norma general, las historias que tienen un público juvenil no suelen terminar en un fracaso absoluto. Esto, no quiera decir que debas descartar este recurso. Al contrario, tú eres quien debe decidir cómo va a terminar su propia historia.

Una alternativa, si quieres dejar la puerta abierta a que en el futuro el protagonista consiga resolver este conflicto, es darle a la historia un final abierto. En este final, podrías mostrar cómo el protagonista encuentra una segundo oportunidad de hacer frente al conflicto que no pudo superar a lo largo de la novela.

Cómo crear un buen conflicto interno

El primer paso a la hora de crear un buen conflicto interno, es pensar en un defecto en el carácter del personaje o algo que le impida ser feliz. Desde mi punto de vista, lo mejor es que te limites a un solo conflicto interno por personaje. ¿Por qué? Porque de este modo, a tu lector puede resultarle más sencillo identificarlo.

Algunos ejemplos de conflicto interno podrían ser una baja autoestima, la desconfianza en los demás, el sentimiento de culpa, el miedo al fracaso o la falta de empatía. Una vez lo tengas, debes plantearte cómo este conflicto afecta a tu personaje.

Es importante, en este sentido, que el conflicto interno afecte a todas las facetas de su vida, de forma que lo vuelva más creíble. El manga y anime Full Metal Alchemist es un gran ejemplo de cómo desarrollar el conflicto interno en una historia de mayor longitud.

Cuando eran pequeños, él y su hermano pequeño intentan utilizar la alquimia para resucitar a su madre. El experimento fracasa, y como consecuencia, Edward pierde un brazo y una pierna, y su hermano Alphonse todo su cuerpo. En esta serie, el conflicto interno se nutre del sentimiento de culpa resultante, y se extiende como una red por toda la historia.

  • Marca la relación de Edward con su hermano, cuyo alma está ahora atada a una armadura. Al ser el hermano mayor, Edward se siente culpable de haber arrastrado a su hermano pequeño, cuya alma reside ahora en una armadura.
  • Marca la relación de Edward con Winry, su amiga de la infancia, así como su maestra, de las que se han distanciado.
  • Marca la relación con su padre, un alquimista brillante que les abandonó. Le guarda rencor ya que, de haber estado allí, este podría haber curado a su madre.

Y así con otros muchos personajes. Esta capacidad de ver los efectos del conflicto interno en varias de las facetas de la vida de un personaje, es importante para volverlo más creible.

Utiliza el conflicto interno para empujar la historia hacia delante

Como ya he dicho, los antagonistas pueden servir de puente entre el conflicto externo y el conflicto interno. Existen diferentes formas de utilizarlos para obligar a un personaje a hacer frente al conflicto que está sufriendo.

Aunque no es el único. Existen muy pocas historias en las que solo haya un personaje (y es más raro, cuanto mayor es la extensión). Además del antagonista, normalmente aparecerán otros personajes, algunos de los cuales colaborarán entre sí.

Como explico en mi entrada sobre cómo crearlos, a menudo los personajes que acompañan al protagonista le complementan, y pueden ayudarle a superar su conflicto interno.

A lo largo de la historia es habitual colocar pequeños obstáculos que pondrán a prueba al personaje. Son como los entrenamientos antes de un partido, o un ensayo antes de una función. En estos obstáculos, el protagonista puede recibir ayuda y puede permitirse el lujo de fracasar (aunque no esté exento de consecuencias).

No obstante, al final de la historia, el personaje debe demostrar, a sí mismo y a tus lectores, que ha superado el conflicto. Esta última prueba, constituye lo que se considera el clímax de una historia, como explico en mi entrada sobre cómo estructurar una novela.

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